La app Facebook podría estar utilizando el micrófono para escuchar las conversaciones y mostrar anuncios relevantes

Facebook es la red social más grande del mundo y, por tanto, suele ser centro de controversia, aunque las acusaciones no siempre son ciertas. Dicho esto, nos hemos encontrado con una información en The Independent bastante interesante.

Según Kelli Burns, profesor de comunicación en la Universidad del Sur de Florida, Facebook podría estar constantemente escuchando las conversaciones para propósitos publicitarios.

La aplicación podría no limitarse a recopilar a datos del teléfono, sino que estaría escuchando las conversaciones mediante el micrófono del teléfono para ajustar la publicidad. El profesor afirma que ha probado esta funcionalidad discutiendo sobre temas concretos cuando el teléfono estaba cerca, y viendo luego anuncios relevantes en la aplicación de Facebook.

Facebook admite que escucha para conocer lo que está ocurriendo a tu alrededor, pero solo para identificar qué están escuchando o viendo los usuarios y sugerirles que publiquen sobre ello.

Si esta funcionalidad está activa, Facebook comienza a identificar lo que suena alrededor tan pronto como un usuario empieza a escribir una publicación y, si lo consigue, aparece un pequeño ‘1’ junto a una carita: 

Sin embargo, un portavoz ha negado que escuchen las conversaciones para este propósito.

Facebook no utiliza el micrófono para controlar la publicidad o las historias del muro de ninguna forma. Los negocios pueden mostrar anuncios relevantes en función del interés de las personas y otra información demográfica, pero no mediante la recogida de audio.

Si quieres evitar completamente que Facebook pueda escuchar, basta con que vayas a los ajustes del teléfono y desactives el acceso el permiso de acceso al micrófono de la aplicación.

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Sobre el Autor
Luis A.
Luis es el creador y editor jefe de Teknófilo. Se aficionó a la tecnología con un Commodore 64 e hizo sus pinitos programando gracias a los míticos libros de 🛒 'BASIC para niños' con 11 años. Con el paso de los años, la afición a los ordenadores se ha extendido a cualquier cacharrito que tenga una pantalla y CPU.
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