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En la nueva edición de su libro The Simulation Hypothesis, Rizwan Virk, un profesor del MIT actualiza su estimación sobre la probabilidad de que estemos viviendo en una simulación: aproximadamente un 70%.
La cifra, impulsada por los últimos avances en inteligencia artificial, refuerza la idea de que nuestra realidad podría parecerse más a la de The Matrix que a un mundo físico “base”.
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El papel de la inteligencia artificial
El autor sostiene que, aunque existen múltiples argumentos a favor de la hipótesis (física cuántica, naturaleza del tiempo y el espacio, teoría de la información o incluso interpretaciones espirituales), el factor clave es la rápida evolución de la IA y la realidad virtual.
Tecnologías como ChatGPT, Google Gemini o Grok ya permiten interactuar con personajes virtuales creíbles, que en algunos casos actúan como amigos, terapeutas o profesores.
Ejemplos recientes como Google Veo, capaz de generar vídeos realistas con actores y escenarios virtuales, o los avatares con IA de Grok, apuntan a un futuro donde la diferencia entre lo real y lo simulado será imperceptible.
El “punto de simulación”
El profesor acuña el concepto de punto de simulación: el momento en que la humanidad pueda crear mundos virtuales indistinguibles de la realidad, con seres de IA tan complejos como los biológicos. Alcanzar este punto significaría que podríamos construir nuestro propio “Matrix”.
Siguiendo el razonamiento del filósofo de Oxford Nick Bostrom, si una civilización puede llegar a este punto, la probabilidad de que esté ejecutando simulaciones masivas de seres conscientes es altísima, lo que implica que la mayoría de estos seres serían simulados.
El argumento estadístico
En 2003, Bostrom propuso que, si las simulaciones avanzadas son posibles y se crean en gran número, los seres simulados superarían con creces a los seres biológicos. Así, estadísticamente, sería mucho más probable ser un ente simulado que uno “real”.
Figuras como Elon Musk han reforzado esta idea, afirmando que la probabilidad de estar en la realidad base es “una entre miles de millones”. Otros científicos, como Neil deGrasse Tyson, han estimado esta probabilidad en un 50%.
El profesor propone una fórmula simplificada: Psim ≈ Psimpoint – pu, donde Psimpoint es la confianza en que podamos llegar al punto de simulación y pu un pequeño factor de incertidumbre. Si la confianza en alcanzar ese punto es total, la probabilidad de estar ya en una simulación podría rozar el 99%.
¿Qué tan cerca estamos?
Según su análisis, ya hemos superado dos tercios del camino hacia el punto de simulación, y las tendencias tecnológicas actuales hacen muy probable que lo alcancemos. Esto le lleva a estimar un 67%-70% de posibilidades de que podamos llegar y, por ende, de que ya estemos dentro de una simulación creada por otra civilización.
Aunque excluye estos elementos de su cálculo principal, el autor reconoce que fenómenos como las experiencias cercanas a la muerte, los estados alterados de conciencia o los relatos místicos encajan con la idea de que la realidad física no es la última capa de la existencia.
El avance vertiginoso de la IA, la realidad virtual y la computación sugiere que pronto podremos construir mundos tan reales como el nuestro. Si esto es así, la lógica indica que probablemente ya estemos dentro de uno. O, como diría Morfeo, “Bienvenido al desierto de lo real”.