Samsung presentó ayer los nuevos Galaxy S20, S20+ y S20 Ultra que son capaces de grabar vídeo 8K a 24 fps, algo que no se había visto hasta ahora.
Uno de los inconvenientes de grabar a esta resolución es la gran cantidad de almacenamiento que se requiere, aunque en realidad no es tanto como cabría esperar.
Según los números oficiales de Samsung, un minuto de vídeo 8K ocupa 600MB utilizando el codec HEVC, mientras que un minuto de vídeo 4K a 30 fps con el Galaxy S10+ ocupa unos 200MB. Es decir, el vídeo 8K ocupa unas tres veces más que el vídeo 4K aunque el número de píxeles es cuatro veces superior.
Aún con todo, es una cantidad bastante grande, por lo que quizás quieras limitar la grabación 8K a vídeos de ocasiones especiales que, dentro de unos años, agradezcas haberlos grabado a la máxima calidad. A día de hoy, poca gente tiene un televisor capaz de reproducir 8K.
Por otro lado, la grabación de vídeo 8K está limitada a 5 minutos en el nuevo trío Galaxy S20, independientemente de si tienes el modelo con chip Exynos o Snapdragon. De igual forma, la generación anterior Galaxy S10 estaba limitado grabar 4K durante 5 minutos.
Aunque se ha hablado mucho sobre si esta limitación es para que no se los considere videocámaras, la realidad es más simple. Se limita a 5 minutos porque grabar vídeo a estas resoluciones requiere muchísima potencia de cálculo y hace que el procesador genere mucho calor, lo que podría dañarlo.
En situaciones normales, cuando el procesador se calienta, su rendimiento disminuye para bajar la temperatura, pero al grabar vídeo no nos podemos permitir que el rendimiento del procesador se reduzca y el vídeo se grabe con tirones.