Un Samsung Galaxy S21 lleva 10 días sumergido en un acuario mientras una cámara lo retransmite

Un canal de fotografía en YouTube está sometiendo al nuevo buque insignia de Samsung a una prueba de inmersión prolongada para ver cuánto tiempo puede durar bajo el agua. La respuesta aún no se ha encontrado.

En el momento de escribir este artículo, el Samsung Galaxy S21 lleva sumergido más de 260 horas, es decir, cerca de 11 días, en un acuario, sin que muestre signos aparentes de deterioro.

El teléfono se mantiene encendido gracias a una base de carga inalámbrica fijada a la pared trasera del acuario.

Al parecer, nadie pensaba que fuera a aguantar tantos días ya que cada vez que el cronómetro alcanza las 99 horas 99 minutos 59 segundos, es necesario reiniciarlo manualmente. Hasta ahora, esto ha ocurrido dos veces, y por eso en el vídeo aparece sobreimpreso +200 horas.

El teléfono dio un aviso de «Humedad detectada» después de estar sumergido durante 117 horas y 53 minutos. La pantalla no respondía y saltaba entre aplicaciones sin control pero, tras pulsar algunos botones, volvió a funcionar bien, aunque el aviso de humedad sigue ahí.

 

A las 241 horas y 10 minutos había una docena de personas mirando, y todos estaban interesados en saber si los altavoces seguían funcionando. Los creadores del experimento pusieron algo de música y los altavoces sonaban fatal, con poco volumen y muy distorsionados.

El canal, Photo Owl Time Lapse, afirma que está probando la resistencia IP68 del teléfono, que garantiza que puede funcionar con normalidad después de sumergirlo 1,5 metros en agua dulce durante un máximo de 30 minutos.

El acuario parece que apenas puede contener 50 cm de agua, así que quizás la proeza no sea para tanto. En todo caso, no deja de ser sorprendente que alguien dedique un Galaxy S21 a esta prueba.

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Sobre el Autor
Luis A.
Luis es el creador y editor jefe de Teknófilo. Se aficionó a la tecnología con un Commodore 64 e hizo sus pinitos programando gracias a los míticos libros de 🛒 'BASIC para niños' con 11 años. Con el paso de los años, la afición a los ordenadores se ha extendido a cualquier cacharrito que tenga una pantalla y CPU.
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