La inmortalidad humana podría ser real antes de 2050 gracias a la IA, según expertos
La idea de vivir para siempre ha sido durante siglos terreno exclusivo de la ciencia ficción. Pero en pleno 2025, destacados científicos, ingenieros y multimillonarios de Silicon Valley están convencidos de que la inmortalidad humana podría ser una realidad… y antes de lo que imaginamos.
Gracias a los últimos avances en inteligencia artificial, ingeniería genética y medicina regenerativa, cada vez más expertos aseguran que la muerte, al menos por envejecimiento, podría tener los días contados. Algunos incluso afirman que la primera persona inmortal ya ha nacido.
En el corazón de California, donde las grandes ideas se transforman en realidad, empresarios obsesionados con la longevidad están invirtiendo miles de millones en proyectos que desafían las leyes naturales. Un caso emblemático es el de Bryan Johnson, quien se ha convertido en símbolo del movimiento antienvejecimiento gracias a su estricta rutina conocida como ‘Blueprint’, que busca revertir el deterioro biológico.
Por otro lado, Altos Labs, una empresa financiada por grandes inversores, está desarrollando terapias celulares capaces de prolongar significativamente la vida de mamíferos, con pruebas exitosas en ratones que pronto podrían aplicarse a humanos.
El futurólogo Ian Pearson sostiene que para 2050, las élites económicas tendrán acceso a tecnologías que les permitirán vivir indefinidamente, ya sea mediante cuerpos robóticos, copias digitales de la mente o avances médicos que prevengan enfermedades antes de manifestarse.
Sin embargo, Pearson cree que con el tiempo estas tecnologías se democratizarán. Según él, cualquier persona menor de 50 años hoy tiene buenas probabilidades de vivir lo suficiente para beneficiarse de estas innovaciones. Y quienes tengan menos de 40 años, prácticamente tendrán garantizado el acceso a la inmortalidad tecnológica.
Ray Kurzweil, exingeniero de Google y uno de los futuristas más influyentes del mundo, ha puesto fecha al inicio de esta transformación. Según él, en 2029 la inteligencia artificial alcanzará el nivel del cerebro humano, y en 2045 se producirá la llamada “Singularidad Tecnológica”: el punto en el que humanos y máquinas se fusionarán por completo.
Kurzweil predice que en la década de 2030, podremos conectar nuestras mentes a la nube, expandiendo nuestras capacidades mentales como nunca antes. También plantea un futuro donde los bienes esenciales serán prácticamente gratuitos y donde será posible vivir en cuerpos impresos en 3D o completamente digitalizados.
Para Aubrey de Grey, un investigador biomédico de renombre, el envejecimiento no es una etapa inevitable, sino una enfermedad que puede tratarse. A través de su fundación Longevity Escape Velocity, trabaja en terapias de rejuvenecimiento que buscan reparar el cuerpo a nivel celular.
Su enfoque, conocido como «rejuvenecimiento integral», ataca las raíces del envejecimiento: desde el daño en el ADN hasta la acumulación de células disfuncionales. De Grey afirma que el primer ser humano que vivirá 1.000 años ya ha nacido.
Otros investigadores, como el Dr. Andrew Steele, apuestan por terapias farmacológicas para alargar la vida. Entre ellas destacan los senolíticos, medicamentos que eliminan las llamadas “células zombis” que deterioran tejidos y órganos con el paso del tiempo.
Steele defiende que hoy en día ya entendemos suficientemente bien el proceso del envejecimiento como para intervenir de forma eficaz. Su visión se alinea con la de muchos científicos que creen que en las próximas décadas se podrían erradicar las causas naturales de la muerte.
Con tecnologías como la impresión de órganos, la edición genética o los diagnósticos impulsados por inteligencia artificial avanzando a pasos agigantados, el futuro de la longevidad humana se presenta más esperanzador que nunca.
La idea de subir nuestra conciencia a una plataforma digital o de intercambiar nuestro cuerpo biológico por uno robótico ya no suena tan lejana. Si estas predicciones se cumplen, no solo redefiniremos el concepto de vida, sino también el de identidad, memoria y existencia.
